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Lloran las Coquetas, Christian Cueva parece que ya no quiere seguir en Emelec y así lo demostró

Al 10 peruano le deben dinero, tuvo que pagar su cláusula del contrato con Cienciano y ya estaría cansado

Por David Alomoto

Christian Cueva-Emelec / Foto: API

El rendimiento de Christian Cueva en el reciente partido de Emelec contra el Delfín SC ha desatado una ola de especulaciones sobre su compromiso real con el equipo. Observadores y analistas han señalado una actitud apática en el campo, interpretando su lenguaje corporal como una señal inequívoca de descontento. Su participación se ha caracterizado por un bajo nivel de intensidad, generando la sensación de que el talentoso mediocampista peruano está mentalmente desconectado de los objetivos del club.

La crítica más incisiva apunta a que Cueva estaría jugando "a ritmo de retirado, caminando y sin moverse prácticamente". Esta descripción es devastadora para un futbolista en la cúspide de su carrera, ya que sugiere una falta de esfuerzo físico que va más allá de un simple mal día. El fútbol moderno exige una constante movilidad para presionar y desmarcarse, y la inactividad del peruano se convierte en un lastre para un equipo que necesita de su chispa creativa y dinamismo para resolver los problemas en la zona de ataque.

Es crucial diferenciar entre el estado físico y la calidad técnica inherente al jugador. El comentario acertadamente destaca que "la calidad y técnica no la pierdes al estar retirado". De hecho, Cueva es reconocido por su visión de juego, su habilidad para el regate y su precisión en el pase, cualidades que son permanentes. Sin embargo, lo que se percibe es una diferencia de velocidad: "se nota que estás a otra velocidad", lo cual evidencia que la desconexión es mental y volitiva, más que una simple limitación de capacidad.

La conclusión que se desprende de su pobre desempeño es contundente: "el peruano no quiere jugar en Emelec". Esta percepción se sustenta en la evidencia visual que el jugador ofrece en cada encuentro. Las pausas prolongadas, la falta de recorrido para recuperar balones y el poco interés en participar en la fase defensiva son elementos que, acumulados, construyen la imagen de un futbolista que está cumpliendo un expediente, pero sin el fuego sagrado necesario para triunfar.

El partido contra Delfín SC se convierte así en un escaparate de este desinterés, donde Cueva "en la cancha da señales". En un entorno donde el equipo ya lidia con graves problemas económicos y administrativos—incluyendo falta de pagos y demandas—la falta de entrega de una de sus figuras más importantes es especialmente hiriente. Su pasividad amplifica la crisis interna, enviando un mensaje negativo sobre la profesionalidad y la identificación con la maltrecha institución.

Por lo tanto, la situación de Christian Cueva en Emelec parece estar llegando a un punto de no retorno. Su talento, innegable en momentos puntuales, está siendo opacado por una alarmante falta de compromiso en el esfuerzo y la intensidad. Las señales que emite en el campo de juego no solo afectan el resultado deportivo, sino que también socavan la moral del resto de la plantilla, que ya enfrenta condiciones extremadamente difíciles para poder competir al más alto nivel.

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